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This work is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 2.5 Generic License. " Abejita Payoya " : LAS ABEJAS DE NAPOLEÓN . Arturo Morgado García

1/16/14

LAS ABEJAS DE NAPOLEÓN . Arturo Morgado García

< En 1804 Napoleón todavía es primer cónsul, pero ya sueña con establecer un régimen imperial y dotarse de una nueva simbología, para lo que pide consejo. Entre los diferentes animales que le proponen (elefante, león, águila, gallo) se decide finalmente por las abejas, porque siguiendo la afortunada fórmula de Cambacérès, ellas son la imagen de una república que tiene un jefe, es decir, de la misma Francia. En el entorno del futuro emperador se alude también a una idea antigua, muy cara a Virgilio y a los Padres de la Iglesia, que ven en las abejas un modelo para la sociedad humana. Pero la elección de las abejas también permite enlazar la nueva dinastía a los merovingios, lo que tiene una razón arqueológica ya que en 1653 se había descubierto en Tournai la tumba de Childerico, padre de Clodoveo, y entre los restos había numerosas joyas con la forma de un insecto, que fue considerado por los eruditos como una abeja, supuesto símbolo de soberanía, y nadie les había contradecido desde entonces. El tesoro fue ofrecido a Luis XIV por el emperador Leopoldo, y desde inicios del XVIII se conservaba en el Gabinete de Medallas y Antigüedades de la Biblioteca Real. De las treinta piezas en forma de abeja, solamente dos han llegado hasta nuestros días, pero los especialistas no se han puesto de acuerdo en su significado, hablando de moscas, escarabajos o cigarras, animal que para los pueblos de la estepa (y de ahí lo habrían tomado los germanos) era un símbolo de inmortalidad. Algunos han visto incluso un precedente de las flores de lis de los Capetos. Las abejas se convirtieron en un símbolo del Nuevo Régimen, y en su elección, igual que en la del águila, jugó un importante papel Dominique Vivant Denon (1747-1825), director del Museo Central de Artes.

El simbolismo de la abeja es inseparable del de la miel y la cera, dos productos vivientes que han jugado un papel considerable en las sociedades antiguas. Su producción, que se remonta a la protohistoria, explica porqué en numerosas culturas las abejas han sido asociadas a la idea de trabajo, paciencia, coraje, inteligencia y organización. La miel añade las ideas de dulzura, pureza y felicidad, y la cera, la memoria. Las abejas siempre fueron bien consideradas, los autores grecolatinos valoran su sobriedad, su ardor, su trabajo, su disciplina, su sentido del orden y del bien común, y se oponen a la avispa, voraz, perezosa, inútil y ladrona. Los Padres de la Iglesia las proponen como modelo a los monjes y comparan la colmena con el monasterio, valorando además su castidad, ya que según ellos solamente se acopla para procrear. La iconología del Renacimiento y del Barroco añade un nuevo elemento, comparando la colmena a un reino donde las abejas son los súbditos y el rey (no se pensaba por entonces que se trataba de una reina) el soberano. Será esta dimensión regia la que seduzca a Bonaparte.

Extractado de Michel Pastoureau, Les animaux célèbres, París, Arléa, 2008, pp. 245-250.

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